viernes, febrero 10, 2006

Amanda Portales, la Novia del Perú, sobre su trayectoria, el estado del folclor, y las mafias de la música

Original: Pedro Escribano, La República, 29/01/06.

Amanda Portales nació en Lima, y lleva cuarenta años cantándole al Perú. Acaba de editar su CD Bodas de Rubí.



Junto al charanguista Jaime Guardia, fue condecorada por el Estado peruano en el Palacio de Gobierno.


A su paso la gente la saluda. Quienes tienen cámara, buscan tomarse una fotografía junto a ella. Otros simplemente se aproximan para mirarla de cerca. Ella es la estrella. La rodean sus fans. Amanda Portales, mientras le hacemos fotos en la Plaza de Armas de Lima, cosecha a manos llenas el cariño de su público.

“El lunes –dice mirando el Palacio de Gobierno– estaré aquí a las once de la mañana. El maestro Jaime Guardia y yo vamos a recibir una condecoración del Estado”.

La distinción no es un regalo sino realmente se la merece.

“Tengo nada menos que cuarenta años cantándole al pueblo –dice–. Cuando me subo al escenario, no soy la radiola que canta y canta, sino desde allí, como lo hacían mis viejos maestros de nuestro folclor, busco ilustrar a mi público de lo que escucha y baila”.

Amanda quiere levantar la voz, y esta vez no para cantar el “Pío pío” u otro éxito con el que ha hecho bailar a todo el Perú, sino para llamar la atención de cómo se están manejando las cosas de folclor en la radio y televisión, de cómo, por el afán comercial, se distorsionan los huainos, los huaylas, etc., y cómo se mutilan o se piratean temas sin respeto a los autores.

“Cada vez hay menos decencia. Creo que no debemos olvidar a nuestros grandes maestros. De ellos aún hay que seguir aprendiendo”, sostiene la “Novia del Perú”.

Amanda Portales empezó a cantar huainos y mulizas hace cuarenta años, cuando aún era una niña y tuvo que contar con autorización de un juez de menores para subirse a un escenario.

Había nacido y crecido escuchando música andina. En su casa había guitarras, violines y vestuarios de artistas. Sucede que su madre es una reconocida artista: la gran Irene del Centro, y su padre, Lucio Portales, un popular músico, director de banda y orquesta.


La pequeña, como sus hermanos, continuó con la tradición de interpretar canciones del Perú profundo.

Pero aquí un detalle. Amanda Portales, quien hace bailar al Perú con los populares Pío pío y Vaso de cristal, no es de Jauja ni de Tarma ni de otro pueblo de la sierra. Ella es limeña.


“Nacimos en Lima –comenta la artista–, pero fuimos criados con las costumbres de la sierra. En mi casa no solo se escuchaba y bailaba huainos, sino también se comía platos típicos. Yo siempre he dicho, soy limeña mazomorrera, pero más serrana que la papa”.


Recuerda que se inició en el canto con mucho sacrificio y responsabilidad.


“Antes –cuenta–, había más compañías que solistas. Ahora, en cada esquina encuentras un cantante. Antes había que calificar para subirse a un escenario. Había conciencia, había respeto a los temas, a los maestros, al público”.

Narra que no era fácil ser cantante. Ella tuvo que someterse a los rigores de un jurado de la Casa de la Cultura, hoy Instituto Nacional de Cultura. Uno de sus jurados fue el maestro charanguista Jaime Guardia.

“Así, a los seis años, obtuve mi carnet 057 en la Casa de la Cultura”, refiere Amanda Portales.

Su destino de artista estaba marcado. Dejó atrás los estudios de secretariado y el sueño de ser un agente de la Policía de Investigaciones del Perú.

Desde sus comienzos buscó ser profesional. “En el desaparecido Coliseo Nacional había una barra selecta que en su hora estelar, que era las 7 de la noche, se convertía en un gran jurado. Mi aspiración fue llegar a ese horario estelar, y lo logré y salí airosa”, comenta la artista.

–Has dicho que antes había respeto. ¿Ahora no?

–En muchos casos. No se ve el respeto a los artistas mayores, no solo por los años vividos sino por la calidad musical. Hace poco una cantante dijo que la Princesita de Yungay no le llegaba ni a las puntas de los zapatos. Esa es una falta total de respeto. Si te quieres, respétate, valórate, no te mezcles. Eso es lo que yo hago.

–¿Esa falta de respeto también pasa por los temas?

–Así es, se distorsionan. A la balada, por ejemplo, quieren volverla huaino. No se puede cambiar las esencias del huaino. Asimismo, hay cantantes que minimizan, mutilan hasta se apropian de trabajos ajenos. En dónde estamos, no hay respeto a


los maestros. No es justo que un don o doña nadie, en la osadía de ser compositor (a), tome letra de aquí, de allá, haciendo un ‘frankenstein’, resulta siendo “compositora”. Cuando uno está en el escenario, además de respetar nuestra tradición, nuestra música, el artista tiene que ilustrar a su público. Eso ya no se ve. Al contrario, ahora se disfraza, se distorsiona y eso realmente a mí me preocupa. Qué valores le dejamos a las futuras generaciones.

–El arpa se ha hecho masiva con Dina Páucar, Sonia Morales. ¿Es bueno?

–La evolución es buena, pero está recién en inicio. Es como si a una criatura le vas a enseñar a caminar. No le puedes enseñar a correr porque sino se cae. No le puedes quitar la esencia al huaino.

Mafias folclóricas.

–¿El negocio, el comercio ha invadido el mundo del folclor?

--Como no te imaginas. Y ya es demasiado. Exijo respeto en la radio y la televisión. Si llevas una producción para difundir tu trabajo, te cobran, te dicen cifras, para pasar tu disco. Pero no solo eso, quien acepta pagar tampoco puede estar seguro de que va a ser difundido porque hay otros que pagan mucho más. Hay un grupo de artistas, no quiero decir nombres, a quien le caiga el guante simplemente que piense, que actúan como mafia, argolla para que no te promocionen. Estamos sorprendidos porque nosotros también tenemos un programa radial y no hacemos esas cosas. Por eso llamo la atención al Ministerio de Transporte y Comunicaciones que inspeccione. No puede haber poco respeto a nuestro folclor.


“El Perú, un cebiche mixto.”

-Desde tu escenario, ¿cómo ves a la gente de nuestro país?


-La veo diversa, en diferentes actitudes, Mientras que por un lado, la alegría es desbordante, por otro veo a la gente en llanto, pensando en sus penas, sus frustraciones. Pero también que la gente se enamora y vive y asimismo, hay a quienes se les acaba sus amores, se pelean. Cada huaino siempre sintoniza algo de nuestra alma. Y la verdad, desde arriba uno observa que existe una mezcla de sentimientos. Para ser criolla, diremos somos un cebiche mixto.

-Eres popular. ¿No te interesa la política como a otros artistas?

-No, ya tuve una mala experiencia. Fui regidora en La Victoria. Pero lo mío es el folclor. Me han invitado, pero por ahora no. Para política hay que estar bien preparado para no recibir palos como los candidatos de la farándula.





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